El día no empezó demasiado bien, llovía sin parar y pillamos un atasco que nos costó hora y media de retraso sobre el horario previsto.
Salimos a las 7:00 y eran las 8:30 cuando llegamos al peaje de Martorell y todavía faltaban casi dos horas más.
A las 10:30 pasadas llegamos al restaurante (Ca Treig) para el desayuno con más hambre que el tamagochi de un sordo.
Por suerte ya estaban las mesas preparadas y el grupo se empleó a fondo en uno de sus principales objetivos del día: comer.
El desayuno muy correcto.
Y mientras... seguía lloviendo.
Una vez aplacados sus instintos (parecía que ahora la lluvia importaba menos) nos dirigimos a visitar la cueva Maravelles.
Alí nos esperaba con una "simpatía" excepcional, la Señorita Rottenmeier que tras varios avisos rigurosos sobre normas de comportamiento: "no tocar las formaciones, no hacer fotos, no gritar, no hacer preguntas hasta que ella diese paso..etc" nos iba enseñando las cuevas (entre miradas que hubiesen acojonado a un legionario) mientras exhibía una linterna enorme como amenaza de estamparla en la cabeza del que se saltase alguna de sus advertencias.
Al salir, no contenta con habernos tenido en un estado de terror continuo, hizo preguntas sobre detalles que nos había explicado en la cueva.
Mejor no saber que hubiese pasado de no haber dado las respuestas correctas!
Como seguía lloviendo tuvimos que suspender la caminata por la vía verda y dimos una vuelta por el margen del Ebro.
A las 14:00 fuimos a comer al restaurante El Xiringuito.
Muy bien.
La comida -por lo que se comentó- había superado las expectativas.
Tras comer se sometió a votación si visitábamos el Castillo de Miravet o ya enfilábamos hacia Barcelona, temiendo que si perdíamos una hora en la visita, a la entrada en la ciudad tendríamos que soportar otro atasco debido a la lluvia que seguía cayendo.
Como la visita era básicamente por el exterior y, al parecer, el autocar no podía subir, la mayoría se inclinó por la vuelta.
A pesar del día de perros, la excursión se realizó en un ambiente cojonudo gracias al talante de todos los asistentes.
Ha quedado demostrado que, a pesar de las circunstancias adversas, lo que vale es la voluntad de pasar un buen día.
Gracias a todos.
Ps. Se oyeron algunas voces diciendo que con la Junta anterior nunca les había llovido
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